CREER ES CREAR
Vivimos dentro de un sistema de creencias; creemos un montón de cosas: unas, impuestas por la sociedad; otras, heredadas de nuestra familia; y muchas de ellas, consecuencia de lo que somos, de nuestra personalidad.
Nuestros pensamientos diarios oscilan entre si somos buenos, malos, valerosos, tímidos, miedosos, etc., pero nuestra identidad depende directamente de nuestros pensamientos, de lo que nuestra mente dice que somos sobre la base de nuestra experiencia pasada, y así, con esos conceptos mentales, creamos nuestra historia. Una historia que probablemente no sea real, pero que está basada en creencias de nuestra propia mente, desde esa percepción del pasado.
Reducimos lo que somos a una pequeña historia de un yo pequeño al que llamamos ego y que encuadra lo que somos en un criterio igual de pequeño.
Cuando creemos que no vamos a poder superar los obstáculos, estamos creando esa realidad. Cuando creemos que somos torpes, creamos esa realidad. Cuando creemos que somos claustrofóbicos, creamos esa realidad. Así con un gran número de emociones, que no son negativas ni positivas, pues somos nosotros los que les damos ese valor. Lo cierto es que esas creencias que están en nuestra mente se manifiestan en la vibración de nuestras células y así se construye nuestra vida.
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